El precio ambiental de estar a la moda
Esta semana veía impresionada los videos que circulaban en redes sociales sobre la situación tan compleja que se vive en el Desierto de Atacama en Chile. Y es que, aunque ya me cuestionaba sobre este tema tan complejo, las imágenes hablaban por si mismas.
En un mundo paralelo e interconectado, cada vez más personas se suman a las iniciativas pensadas a favor del medio ambiente y sobre todo para reducir el impacto diario de nuestras acciones. Sin duda hay cosas que se podrían eliminar o sustituir para disminuir la contaminación en el planeta.
El desierto de Atacama evidencia el consumo desmedido y fugaz de ropa, y es que la moda tan importante para muchos supone a la vez un efecto dañino en el ambiente. En esta parte del mundo es usual ver la prenda deseada, la marca que todos desearían comprar, la talla ideal; el armario soñado por muchos. Este lugar ubicado en nuestro continente se ha convertido en el basurero clandestino de ropa que se compra en Europa, Asia, Estados Unidos y lo más triste hecha en países sumamente pobres como Bangladesh, Vietnam, Camboya, Pakistán entre otros.
De acuerdo con la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, “Produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y transportes marítimos internacionales juntos. En los últimos años ha multiplicado su producción, y ha pasado de producir dos temporadas a producir más de seis, para ofrecer cada dos meses nuevas piezas y tendencias a un consumidor que tira la ropa en la mitad del tiempo que hace quince años.”
Es la realidad en la que vivimos, no cabe duda de que las mismas marcas se han encargado de generar este tipo consumismo que ya esta siendo nefasto para nuestro planeta; Judith Barullas Profesora de estudios de Economía y Empresa de la Universidad Oberta de Catalunya manifiesta “Vivimos en una sociedad meramente consumista y todo este consumo excesivo provoca altos niveles de contaminación».
Y es que la denominada “fast Fashion”, se impuso gracias a la fabricación de textiles a bajo costo. “se dio en una época de crisis económica en que estos productos baratos encajaron gracias a la pérdida de poder adquisitivo de la sociedad y época postcrisis y se ha mantenido porque permite cambiar de ropa frecuentemente” señala Barullas.
Entre tanto, la revista Nature Reviews Earth & Environment estableció en el 2020, que la industria de la moda produce anualmente entre 4 000 y 5 000 millones de toneladas de CO₂, lo que lo que representa entre el 8 % y el 10 % de las emisiones globales de este gas.
Su consumo de agua es uno de los más importantes, con unos 7 900 000 metros cúbicos anuales. Es responsable del 20 % de la contaminación industrial de agua, debido a las actividades de tratamiento textil y de tintado.
No cabe duda que por donde se vea, el panorama resulta oscuro para nuestro planeta. La contaminación generada por la industria textil enciende de nuevo las alarmas y nos advierte de las consecuencias inminentes al medio ambiente. Somos nosotros mismos los responsables de acatar las recomendaciones de los expertos y llevar un estilo de vida más consciente y austero. Si bien es cierto que vivimos inundados con publicidad de diferentes marcas, sería importante antes de adquirir un producto cuestionarnos; ¿en realidad necesito un nuevo jean? ¿y si mejor reciclo mis prendas de vestir?