Luego de escuchar el discurso ofrecido por el señor Presidente de los Colombianos ante la plenaria de la ONU, debo manifestar que fue una pieza argumentativa que perdurará en el tiempo para quienes somos testigos de una transición global en el ejercicio del poder, en el buen vivir, en la adecuada utilización de nuestros recursos ambientales y por supuesto del justo uso de los grandes capitales amasados por siglos por las potencias mundiales en términos económicos y bélicos.
Decía entonces que según los super analistas colombianos, Petro fue muy malo, cómo fue capaz de irrespetar al gobierno americano en su tierra cuando les dijo que su lucha contra las drogas ha fracasado, cómo es que se atreve a decirles a los países consumidores que la estrategia debe cambiar entre persecución y gasto indiscriminado de armas y venenos por la legalización y desnaturalización del gran negocio, cómo es que les dice en pocos minutos y sin leer una frase que o nos ayudan con dinero para salvar la amazonia o simplemente a los países productores de droga ilícitas y destructuras de la selva nos rebajan la deuda externa y lo hacemos nosotros. Cómo es de malo que hablo ante un auditorio desolado en señal de poco interés en su intervención pero que él y nosotros sabemos que ante la falta de 100 o más asistentes le escucho el mundo entero, millones de ciudadanos y eso es más contundente. Cómo es de malo que no busco a Baiden para pasarle los cubiertos de la cena, qué desplante le hizo, en fin son críticas que siendo válidas no son suficientes para ahogar el júbilo de lo dicho, del poder del mensaje como líder latinoamericano. Finalmente es tan malo que mientras él hacía el discurso su esposa compraba jeans de mucho valor, como si por ser ella y él personas lejos del común no puedan vestir bien, comer bien, viajar bien, es decir entonces están condenados a que los vean araposos.
Pdta. El gobierno y el congreso entran en una etapa de despojo del interés general por el particular y así serán los resultados en la decadencia de esa luna de miel.
