“Aunque la llegada a Colombia fue muy dura, ya empezamos a ver la luz”
Esta es la historia de una familia venezolana, que luego de soportar vicisitudes en su natal Venezuela por culpa de la dura situación económica que atraviesa este país, llegó a Colombia a recorrer un duro camino, pero que gracias al tesón y a las ganas de salir adelante, su situación ha mejorado considerablemente en las últimas semanas.
Por César Pérez Rojas
La situación de Venezuela, aunque hay varios puntos de vista, unos en los que se dice que no es como se muestra en los medios dominantes de comunicación y otros en donde se afirma en que todo lo que se ve es verdad, tiene un clara realidad: la dura situación que han venido sufriendo varios de sus ciudadanos, algo que se vio reflejado claramente en los protagonistas de esta historia, que a falta de poder cubrir sus necesidades básicas, tuvieron que ir emigrando hacia Colombia, buscando mejores oportunidades y la posibilidad de un futuro prometedor.
Esta historia comienza cuando Virginia López, una mujer de familia, madre de dos niñas y esposa de un hombre que le ha seguido en todos sus planes, llega a la capital del país en septiembre de 2018, con el objetivo de poder enviarle a su núcleo familiar, a hermanos y madre, dinero para luego, poder tratar de traerlos a esta nación, que aunque no es un paraíso, al menos se puede vivir mejor. La situación era tan dura que Virginia, con preocupación en su cara, como si acabará de recordar esos difíciles momentos, cuenta que no había crema dental, ni desodorante, ni shampoo, ni muchos otros artículos básicos debido al desabastecimiento, lo que elevaba los precios a tal punto de que no se podía comprar nada.
La llegada a Bogotá se da porque unas amigas de Virginia, vecinas de su amado estado de Guárico, le dicen que existe la posibilidad de ser recibida por un tiempo mientras consigue un trabajo y puede aportar en la casa que ellas viven arrendadas, a lo que ella accede sin saber que el inicio de su travesía en Colombia sería un infierno.
Una vez que llega a nuestro país el trabajo que le ofrecen es vender tintos en una de las tantas plazas que hay en la capital del país, tarea que fue una de las pruebas más difíciles de su vida y que no duró mucho tiempo ya que además de que sólo venía 4.000 pesos al día, la mayoría de los clientes, en una clara muestra de machismo y xenofobia en vez de comprarle sus productos, se le acercaban de forma descarada a insinuarle que le ayudaban pero a cambio de favores sexuales a lo que ella de inmediato se negaba.
“La verdad empezando fue muy duro, llegué a Bogotá a casa de unas amigas no me fue muy bien porque para conseguir trabajo fue muy duro, me tocó vender tintos no vendía mucho porque allá las cosas son complicadas, los clientes eran muy fastidiosos porque como uno es venezolana ya quieren como buscar otras cosas pero yo les decía a ellos que para yo prostituirme me iba para una casa de prostitución pero yo no estaba interesada en eso” afirmó Virginia.
A causa de no poder reunir recursos fruto de su trabajo, las amigas que le habían ofrecido estadía le dicen que así no pueden seguir y le exigen que se vaya echándola a su suerte en una ciudad desconocida, y sin un lugar a donde llegar se dirige a la plaza en donde laboraba y se encuentra con un hombre que le dice que es un pastor que le ofrece hospedaje mientras conseguía para donde irse.
El supuesto pastor y su verdadera identidad
Lo que en un primer momento Virginia pensó que era una buena acción una bendición, se convirtió en una pesadilla. Una noche en la que ella llega a la casa del “pastor” luego de una larga jornada laboral, nota que el señor estaba tomándose unas cervezas, algo que le pareció muy raro ya que ella pensaba que un ministro de Dios no podía tomar y le pregunta que porque estaba consumiendo licor, a lo que el pastor le dice que era culpa de los vecinos, que le habían corrompido, algo que ella aunque no entendió muy bien, pensó bueno es su vida y se fue para su cuarto.
A las pocas horas, cercana a la medianoche, de un momento a otro el “Pastor” en avanzado estado de alicoramiento, irrumpe en su habitación y se le lanzó a la cama, buscando la forma de forzarla a tener relaciones sexuales con él, en un claro intento de abuso sexual, al ver que ella no accedía empezó a forcejear con ella, la propinó heridas con sus uñas y le grito que si no accedía a estar con él, la iba a denunciar para que la deportaran.
La salvación de Virginia fue el hijo del supuesto pastor, un niño de nueve años, que al ver este reprochable acto por parte de su progenitor, se opuso y le dijo a su padre que todo el tiempo era lo mismo, haciendo ese tipo de cosas con mujeres que llegaban a su casa, y se fue a dormir con ella, impidiendo así que fuera víctima del acceso carnal violento pretendido por este sujeto. “Ese noche ese señor no me dejó salir de su casa y cerró la puerta con llave, pero gracias a Dios al día siguiente pude salir con algunas de mis pertenencias para nunca más volver” indicó Virginia López.
Llegada a Neiva
Luego de haber pasado por estas malas experiencias decide llamar a un hermano por parte de su madre, que se encontraba ya hace algunos meses en la ciudad de Neiva y le dice que le va a ayudar con trabajo, le envió para el pasaje y le ayudó a conseguir una habitación en donde vivir y le regaló un mercado. Al día siguiente de haber llegado, empieza a laborar con una empresa en donde en un inicio, funge en labores de aseo.
La empresa en donde empieza a trabajar se dedica a la producción y comercialización de arepas en la ciudad, pero nuevamente las cosas fueron difíciles para ella, ya que durante el tiempo en que estuvo laborando le quedaron debiendo dinero y no le pagaron liquidación ni las garantías que por ley todo trabajador tiene derecho. “Yo no he podido hacer nada ya que al no tener papeles colombianos no tengo derecho a nada”.
Sin embargo gracias al esfuerzo y dedicación de Virginia hace un año finalmente pudo traer a su núcleo familiar para Colombia el cual consta de su esposo José Velázquez y de sus dos hijas Bárbara y Emma. “Gracias a que hice turnos dobles y trabajé 17 horas diarias logre enviarles lo de los pasajes y ahora están conmigo, algo que me hace muy feliz” expresó Virginia.
Delicious Arepas y el inicio de la estabilidad económica
Al ver que también es esta nuevo trabajo las cosas no salen como ella esperaba decide con su hermano abrir un negocio propio, pero para poder realizar esto, le toca vender varias de sus pertenencias para conseguir el dinero suficiente para alquilar un local y comprar los elementos necesarios para el funcionamiento de Delicous Arepas, que es como se llama el establecimiento comercial con el que ha venido trabajando hace dos meses y con el cual la situación económica pesada que había venido soportando ha cambiado drásticamente.
“Arrendamos un local acá en Álamos Norte, conseguir el sitio nos costó la verdad mucho, por ejemplo me toco vender la nevera, la lavadora, el escaparate, los closets y varias cosas y mi hermano por su parte tuvo que hacer un sacrificio y conseguir otro dinero , los arriendos nos ha costado mucho porque al uno decir que es venezolano de una vez dice que no nos arriendan sin importar que lo conozcan a uno si uno sea bueno o malo no nos dan la oportunidad a causa de la xenofobia, gracias a Dios, la señora nos dio la oportunidad luego de insistir mucho. Por ahora por la situación de Venezuela me voy a quedar acá, pero no me hubiera gustado salir de mi país y me gustaría volverme lo más pronto posible, lo único que no me gustaría volver es Bogotá de resto acá en Neiva he conocido buenas personas me he sentido amada, por fin veo la luz”
La historia del hermano y gran ayuda de Virginia
Roony Fuentes, es quien luego de ver la dura situación vivida por Virginia en Bogotá decide ayudarla a conseguir trabajo en Neiva. Su historia se remonta a principios del año 2018 cuando estando en Venezuela, unos amigos le hacen una invitación para trabajar cantando música mariachi y llanera. La situación en ese entonces, al igual que para Virginia, estaba muy mal, cada vez peor, , según lo que le mismo narra, en la parte económica ya no tenía la solvencia para conseguir ni siquiera los productos de la canasta familiar y mucho menos para poder darle una buena vida a sus hijos.
Es entonces cuando recibe dos invitaciones, una para Tunja y la otra para Bogotá pero no las acepta por que tenía la fe de que las cosas podrían mejorar en el país, pero al ver que las cosas cada vez de ponían peor me sale una opción en Neiva la cual finalmente acepto y me vengo directamente para esta ciudad.
“Al principio es un poco difícil porque no entendía algunas palabras por lo menos cuando se quieren disculpar dicen que pena y muchas palabras y expresiones me hacían confundir, pero en términos generales, en la parte musical tiene muy buen nivel y he conseguido muchas amistades y con esta situación que se está viviendo actualmente con lo de la pandemia he visto que el colombiano es muy solidario, lo cual me dio a entender que acá no todo es xenofobia y aunque hay una buena parte que si actúa de forma así racista, hay otra muy buena que brinde cariño y colaboración”.
En la actualidad Virginia trabaja en su local junto a su esposo y sus dos hermanos, Roony y Gustavo Zurita, quien es hermano por parte de papá.
Una situación compleja
Por su parte el Personero de Nieva, Kleiver Oviedo Farfán explico que esta realidad es muy compleja porque las autoridades en el país están muy apegados a lo que dice la norma legal, basada en el cuadro constitucional colombiano, en donde si bien es cierto que la carta magna plantea la dignidad humana y los derechos fundamentales como primer escenario, si no está algo estipulado en la ley es como si no existiera y esto es muy preocupante porque en muchos casos lo que ocurre es que ciertas personas inescrupulosas optan por aprovecharse del miedo de los venezolanos para explotarlos y amenazándolos con que los van a hacer deportar si no acceden a trabajar bajo estas condiciones, lo que hace que el tema jurídico para ellos sea muy complicado
“Para poder obtener su nacionalidad tiene que ir ante el Consulado el cual queda en Bogotá, yo pensaría que el Estado debería tener una normatividad más flexible que le permita a las autoridades locales arreglar esto, el Estado ha venido poco a poco cediendo garantías pero sin reconocer los derechos plenos porque si los podrían tener, por ejemplo si usted es venezolano va y hace todos los tramites de legalizaciones ante el consulado entonces adquiriría toda las condiciones inclusive para poder laborar, que lo afilien a seguridad social y obtener todos los beneficios como cualquier otro ciudadano colombiano en temas puntuales, lo que sucede es que sólo esto se hace en Bogotá, la mayoría de ellos llegan indocumentados, hay una tarea muy grande en materia de garantía de derechos humanos para esta población.” Afirmó Oviedo Farfán.