Violencia intrafamiliar, pandemia donde las paredes del hogar, no protegen
En el año 2019, Medicina Legal examinó 10.468 casos de violencia intrafamiliar en contra de la infancia y la adolescencia. En los primeros 7 meses, pero de 2020, esta entidad registró 3.014 de estas ocurrencias, es decir, un 28.7% menos respecto al mismo periodo en 2019.
Especial/24-7Semanario
La violencia que se ejerce en contra de los niños, las niñas y los adolescentes dentro del hogar es un fenómeno complejo, pues viene permeada por aspectos históricos, legales, de salud, económicos y de manera muy sobresaliente por factores culturales, que siguen viendo en los actos violentos (palmadas, chancletazos, empujones) una forma de “educar” a los niños.
A ello suma que el confinamiento estricto generado por la pandemia del COVID-19 contribuye a sumar estrés en los hogares lo que de seguro ha contribuido a que estas prácticas y comportamientos se hayan intensificado, más allá de que las cifras, diversas entre sí, que ofrecen las diferentes entidades del Estado, no evidencien la verdadera ocurrencia.
Lo cierto es que en Colombia, ninguna entidad conoce con certeza cuántos niños, niñas y adolescentes son víctimas de violencia intrafamiliar, y por lo tanto, es necesaria una Política Pública enfocada en la atención a la infancia que contemple la creación de un sistema de información único que permita que las denuncias que se reciben tanto en el ICBF, como en Medicina Legal, en la Policía de Infancia y Adolescencia, en las Comisarias de Familia y aquellas que llegan a los centros de salud y se registran en las historias clínicas, pertenezcan a un solo sistema que permita hacer seguimiento, atender, comprender el fenómeno y además advertir casos recurrentes, generando alertas a todo el Sistema Nacional de Bienestar Familiar: educación, salud, fiscalía, ICBF, etc.
“El problema de no tener un sistema único es que no sabemos si el niño “Pedro” que llegó a la Policía, ingresó a restablecimiento de derechos en el ICBF, pero tampoco si fue atendido por un pediatra, por un trabajador social, tampoco si sus lesiones fueron causales de examen por parte de Medicina Legal. Si a Pedro, luego de este reporte, lo lesionan de nuevo y va a un hospital “porque se rodó por las escaleras” el médico que le recibe no puede ver en el sistema que ya había ingresado a otra entidad por violencia intrafamiliar y entonces examinar con atención si esas lesiones son o no indicativas de violencia; tal vez, en la siguiente ocasión, llegue a Medicinal Legal y esta vez, no sobreviva”, explica Ximena Norato, Directora de la Agencia PANDI, respecto de la gravedad de no tener un Sistema de Seguimiento niño a niño para el país. (Ver gráfica 1)
Algunos de los datos recabados por la Agencia PANDI indican que, en Colombia, entre el 01 de enero de 2015 y el 31 de julio de 2020, se han presentado 55.175 casos de violencia intrafamiliar en contra de niños, niñas y adolescentes, de acuerdo con Medicina Legal.
Frente a estos datos, María Paula Martínez, Directora Ejecutiva de Save the Children, es enfática al afirmar que, “Si bien, las cifras muestran una disminución respecto a lo acontecido en los primeros meses de 2019, desde Save the Children creemos que ello obedece a que por lo general ni las familias ni los niños denuncian y este comportamiento pudo haberse incrementado en un periodo de cuarentena en el que las personas vieron limitado su desplazamiento fuera de sus hogares”.
Violencia en periodo de pandemia
La familia, debería ser por excelencia el entorno más acorde para garantizar el bienestar, la integridad y los derechos de los niños y las niñas. No obstante, es en los hogares en donde se presentan las mayores agresiones en contra de los menores de edad, las cuales empiezan desde el zarandeo al bebé, aumentando a pellizcos, empujones y encerramientos hasta convertirse en hechos de maltrato mucho más delicados para la salud del niño, conductas que, según los expertos, se incrementan cuando existe mayor tensión emocional al interior del núcleo familiar.
“Durante la pandemia del Covid–19 muchos hogares han experimentado una baja de sus ingresos, muchas familias se han quedado sin empleo, han tenido que cambiar completamente sus dinámicas y esto ha contribuido a que no puedan suplirse completamente algunas necesidades básicas para ellas, lo que hace que aumente la impaciencia, el estrés, y si a ello se suma que los adultos no hemos desarrollado habilidades suficientes de relacionamiento con nuestros hijos, pues toda esta presión puede perfectamente desencadenar en la presencia y en el aumento de maltrato hacia la niñez”, asegura María Paula Martínez, Directora Ejecutiva de Save the Children.
Sumado a los cambios comportamentales que han tenido algunos padres e integrantes de las familias, durante el tiempo de confinamiento y en la pandemia, los niños, las niñas y los adolescentes están presentando alteraciones en sus conductas, lo que lleva a que en los hogares exista una carga emocional mucho más intensa entre sus integrantes. El Instituto Colombiano de Neurociencias presentó una encuesta para indagar acerca de las principales preocupaciones de los padres de familia con respecto al comportamiento y aprendizaje de los niños en casa en medio del aislamiento preventivo. Esta encuesta permitió conocer que el 88%2 de los niños, niñas y adolescentes vio su comportamiento alterado, lo que suscitó un mayor riesgo de exponerse a tratos violentos al interior de sus hogares. (Ver gráfica)
Para el Dr. Felipe Agudelo, psiquiatra Infantil, estos resultados son coherentes si se tiene en cuenta que, “Durante el periodo de pandemia que estamos viviendo, los niños y las niñas al igual que los padres han experimentado situaciones de estrés, de angustia, de miedo, que muchas veces no expresan a través de palabras. Por ello, es que se vuelven más irritables o groseros, y esto es un fenómeno que hay que entender porque un día dejaron de tener contacto físico con sus amigos, se les prohibió jugar en los parques, regresar al colegio y realizar otras tantas actividades rutinarias para ellos y ellas”.
Es evidente que la pandemia aún no ha terminado y que si bien, la cuarentena y el aislamiento preventivo obligatorio como medida se ha levantado, las secuelas generadas en las familias, especialmente en los niños y en las niñas invita a que desde ya se diseñen las estrategias necesarias para contener las consecuencias que, a nivel de salud mental, puedan presentarse en el mediano y largo plazo.
En este contexto, es importante resaltar que la Organización Mundial de la Salud -OMS- ha calculado que, entre 5 una tercera parte y la mitad de la población expuesta a un evento traumático, podría sufrir alguna manifestación psicopatológica, de acuerdo a la magnitud del evento y el grado de vulnerabilidad.
Por esta razón, el Dr. Felipe Agudelo advierte que, “En el marco de esta nueva realidad, los niños y las niñas pueden llegar a presentar alteraciones en su desarrollo motor y social, en su capacidad de adaptarse y relacionarse con los demás, lo que puede desembocar en trastornos que a su vez conlleven a conductas suicidas y al consumo de sustancias psicoactivas. Es responsabilidad de todos estar atentos a los cambios que puedan ir presentándose en ellos para contenerlos oportunamente”.
Empoderar a las familias
Cualquier tipo de violencia en contra de la infancia es inadmisible y además prevenible. Lo que aumenta los niveles de alarma es que la mayoría de los casos se sigan concentrando en los hogares de los niños y niñas, denotando altos grados de intolerancia y escasas habilidades para la crianza, la resolución de los conflictos y para sobrellevar situaciones de mayor presión por medio del diálogo, la escucha y la comprensión.
Y es que la violencia al intrafamiliar, al ser también un problema de salud pública debe disponer de un mayor presupuesto y voluntad política para lograr que instrumentos como la Política Pública Nacional de Apoyo y Fortalecimiento a las Familias, puedan ser aplicados con eficacia en todo el territorio nacional.
La evidencia que entrega el ICBF no deja otro camino que trabajar con las familias, como lo explicó Martínez, pues si las niñas y niños estaban confinados con sus padres, madres y otros cuidadores íntimos ¿cómo se explican estas cifras que involucran diversas violencias sexuales? (Ver gráfica)
Es determinante que la sociedad colombiana reconozca que la pandemia ha puesto a toda una generación en riesgo y por ende los esfuerzos deben centrarse en salvaguardar los derechos de la infancia y adolescencia. Recientemente, la Comisión Primera del Senado de la República aprobó en tercer debate el proyecto de ley que prohíbe el uso del castigo físico y humillante como método de crianza contra los niños y las niñas, y está a un paso de convertirse en ley en Colombia, lo que sin duda se traduce en oportunidad única de apoyar y acompañar pedagógicamente a las familias en la crianza de sus hijos y así, desde la cuna, prevenir todo tipo de agresión en su contra.