Esta pandemia llegó para quedarse en los territorios. Ha transportado consigo el miedo hacia quienes padecen la enfermedad y posteriormente se recuperan.
Por: Daniela Muriel
Sucede con alguien que padece de alguna enfermedad – las cuales muchas veces tienen solución y cura – que las demás personas consideran que nunca se recuperarán, suponen al parecer que ellas vivirán así por siempre. Kevin Torres* es un paciente recuperado de COVID-19 en la ciudad de Neiva, él hace parte de aquellas personas asintomáticas, “sentí dolor de cabeza, al segundo día, sudor y no se me quitaba y el tercer día, dolor de ojos que no me los aguantaba”, agregó.
Al mundo se le presentó un virus que proporciona la distancia y el miedo latente, al mismo tiempo, creó un imaginario de que estará siempre presente en el cuerpo ajeno del infectado.
La enfermedad de la distancia se llama SARS-CoV-2, conocida como COVID-19 o Coronavirus, la cual dejará gran cantidad de muertes a nivel mundial, y Colombia no será la excepción, mucho menos el departamento del Huila y su capital, donde diariamente incrementa el número de casos y también de recuperados.
Kevin, decidió contar lo que vivió cuando padeció Covid-19. Durante la charla se mostró tranquilo, habló de su proceso y el seguimiento que realizó la Secretaría de Salud de Neiva, -dependencia que se encargó de hacer las llamadas diarias- así como la Secretaría de Salud Departamental y la Nueva EPS. Relató que el acompañamiento fue constante y oportuno en medio de la incertidumbre y la enfermedad que no le generó mayores cambios en su estado de salud.
Estigma social
Esta pandemia llegó para quedarse en los territorios. Ha transportado consigo el miedo hacia quienes padecen la enfermedad y posteriormente se recuperan. Para ellos el suplicio no termina ahí, porque no solo tienen que ser señalados por vecinos o ‘amigos’, cuando tienen COVID-19, también deben soportar el estigma social que llega después y el rechazo de quienes piensan que ellos tendrán una enfermedad para toda la vida.
Continuamos sentados manteniendo la distancia, en ese momento pensé que, para esta época de pandemia, la moda son los tapabocas, los cuales impiden ver los gestos, la sonrisa o el enojo, que son los más comunes sentimientos, por lo que no puedo indicarles si Kevin – con quien hablábamos de COVID-19 y su recuperación- estaba realizando algún tipo de ademán, pero sí dejaba entrever en sus palabras, una pasividad y tranquilidad únicas.
“En mi familia tengo tres adultos mayores y ninguno se contagió porque usé las medidas de seguridad que normalmente uno dice – eso no se hace -, pero se tiene que hacer, lo importante es no tener contacto con la saliva y los diferentes medios, ejemplo: manos; no tocarlos, no hablar directamente, que tengan tapabocas. Por ejemplo, mi comida, mis elementos como platos, vasos, cubiertos, solamente, yo los utilizaba. De mi familia ninguna tiene y estuve casi un mes y 10 días en la casa, tampoco de mis contactos del trabajo se contagiaron”. Él también coincidió conmigo, en que los tapabocas entraron a ser parte de esas modas extrañas, pero necesarias, porque es fundamental utilizarlos para prevenir el contagio masivo de Covid-19, su historia lo confirma.
En seguida, añadió que fue feliz en el momento en que su prueba salió negativa, no obstante, debieron hacer otra para ya por fin descartar que el virus no estuviese en su cuerpo.
Después de 14 días de aislamiento decidió salir a las calles de la ciudad, para encontrarse con el rechazo de las personas. “Los vecinos, gente del trabajo, gente amiga, son ignorantes en el proceso, porque cuando me llega el negativo la gente piensa que yo voy a tener ese virus para toda la vida y no, es un proceso que va evolucionando y uno se recupera”, narró.
Le manifiesto que eso sucede, las personas por lo general temen a lo desconocido, y ésta, la enfermedad de la distancia, es relativamente nueva, solo basta pensar en los sucesos que han ocurrido con el personal de salud, quienes han sido violentados y amenazados. Es increíble nuestro poder de estigma, siendo que ellos velan por nuestras enfermedades, se arriesgan diariamente y cuidan porque estemos bien en estos momentos tan difíciles, y es que nadie está exento de padecer el virus, todos somos vulnerables.
“La gente me veía como si hubiese tenido una enfermedad sin cura”, añadió.
Al leer esto, deberíamos llegar todos a una conclusión y es que, la estigmatización no hará que el Covid-19 se vaya, tampoco evitará el contagio.
Entonces, debemos comprender que esto durará algún tiempo, los miedos, las distancias, el utilizar tapabocas y llenarnos de gel antibacterial; el problema radicará en cómo lo asimilemos. No podemos perpetuar el rechazo hacia quien padeció Covid-19. Ellos tanto como quienes no lo hemos tenido, merecemos respeto, salir sin temores y retomar nuestras vidas en medio de esta extraña normalidad en la que nos encontramos. Además, son quienes nos han enseñado hasta ahora sobre cómo se comporta la enfermedad, sin ellos, ¿qué sería de nosotros ahora?, quizás no estaríamos desinfectando el celular en estos momentos..
Kevin Torres es un nombre empleado para salvaguardar la integridad y seguridad de la fuente.
Después de 14 días de aislamiento decidió salir a las calles de la ciudad, para encontrarse con el rechazo de las personas.