José Gregorio Hernández, el médico de los pobres
Más de 70 años esperaron los devotos y la Iglesia Católica para que el Dr. José Gregorio Hernández fuera beatificado.
Especial/24-7Semanario
El doctor venezolano José Gregorio Hernández fue beatificado el pasado viernes en la iglesia del colegio La Salle de Caracas, en una ceremonia marcada por la pandemia que impidió que haya grandes multitudes y con la esperanza, precisamente, de que termine con el COVID-19.
El cardenal Baltazar Porras que dirigió la ceremonia de beatificación, de Hernández destacó que tuvo una “existencia volcada en hacer el bien a los demás” y subrayó que se dedicó al “estudio para servir mejor a la sociedad”.
Asimismo, el prelado pidió a los venezolanos adornar las entradas y ventanas de sus casas con la imagen de José Gregorio, a quien ya veneran como santo en el país sudamericano. “Adornemos las entradas de nuestras casas con la imagen de José Gregorio, con la bandera de Venezuela, del Vaticano”, pidió Porras.
De acuerdo con el religioso, estas manifestaciones se unirán a “tantas otras” que ya suceden en el país, al tiempo que dijo esperar que se produzcan vigilias de oración.
Un largo proceso
En 1949, la Iglesia católica comenzó el proceso de canonización para designar al laico y médico venezolano, José Gregorio Hernández como santo.
En 1986, el papa Juan Pablo II reconoció sus virtudes heroicas y lo declaró venerable, pero no fue sino hasta el año 2019 que se reabrió la causa al atribuírsele un milagro en San Fernando de Apure.
Como parte de los requisitos necesarios para materializar su beatificación, se realizó la exhumación de los restos del «médico de los pobres» en la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria en Caracas. Allí trasladaron sus restos desde el Cementerio del Sur en el año 1975. De sus restos se sacaron decenas de reliquias que serán cedidas a las diócesis de Venezuela.
Los «milagros» del doctor
Son muchos los que atribuyen a los favores de José Gregorio el haber superado graves problemas de salud.
El actor Sócrates Serrano le dedicó en 2019 la producción teatral «Gregory, canal de fe», en la que contaba cómo se acercó a la figura de José Gregorio Hernández después de que se le diagnosticara un cáncer de colón.
«Siempre había tenido una formación muy racional, pero en ese momento descubrí que la ciencia no tenía todas las respuestas. Creo que José Gregorio me acompañó en mi curación».
El expediente vaticano de la beatificación no avanzó hasta que los expertos de la Iglesia determinaron que José Gregorio es responsable de la salvación milagrosa de la niña Yaxuri Solórzano, que recibió un disparo en la cabeza cuando fue asaltada junto a su padre en un caserío del estado Guárico en 2017.
Pese al pronóstico de los médicos, que le auguraban secuelas permanentes si lograban salvarle la vida, la niña se recuperó rápida y totalmente.
Su madre declaró haberle rezado a José Gregorio durante su convalecencia y la comisión eclesiástica que estudió el caso concluyó que el doctor obró la curación desde el cielo.
Yaxury Solorzano, de 10 años de edad, sobrevivió en 2017 a una herida de bala en la cabeza. La niña perdió mucha sangre y masa encefálica, además le diagnosticaron que quería con discapacidad motriz, lingüística, así como pérdida de memoria y visión. Su madre pidió a José Gregorio Hernández que la salvara.
En abril de 2020 la Congregación para las Causas de los Santos aprobó por unanimidad el milagro atribuido al venerable.
Un servidor de los pobres
José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el pequeño pueblo campesino de Isnotú, en el estado de Trujillo (Venezuela). Su madre falleció cuando él estaba a punto de cumplir los ocho años.
Estudió medicina en Caracas y tuvo tanto éxito que el presidente venezolano lo envió a estudiar microscopía, histología normal, patología y fisiología experimental en París.
Al volver fue profesor en la Universidad Central de Caracas. Después de llevar a su familia a la capital, quiso ser monje de clausura en Italia, para dedicarse solo a Dios.
En 1908 entró a la Cartuja de Farneta con el nombre de hermano Marcelo. Sin embargo, algunos meses después se enfermó y su superior le ordenó volver a Venezuela para recuperarse.
Llegó a Caracas en abril de 1909 y ese mismo mes recibió permiso para ingresar en el Seminario Santa Rosa de Lima, pero siguió anhelando la vida monástica. Volvió a Roma luego de tres años, hizo algunos cursos de Teología en el Colegio Pío Latinoamericano, pero una vez más enfermó y tuvo que volver a Venezuela.
Comprendió que Dios lo quería laico y ya no intentó volver a la vida religiosa. Decide convertirse en un católico ejemplar siendo médico, sirviendo al Señor en los enfermos.
Dedicaba dos horas diarias a servir a los pobres
Un día, mientras cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado y llevado a un hospital donde un sacerdote pudo impartirle la Unción de los enfermos antes de morir el 29 de junio de 1919.
Caracas se conmovió y muchos decían: «Ha muerto un santo». Fueron tantos los que asistieron a su velorio que las autoridades tuvieron que intervenir para organizar a la multitud que quería despedirse de él.