Así es el país más pequeño del mundo
Una plataforma de 500 metros y dos torres de metal unidas por una cubierta componen el territorio ‘oficial’ de una pequeña comunidad que se autoproclamó como principado a mediados del siglo XX.
Ubicadas en las aguas del mar del Norte, estas hojas de acero representan la ‘casa’ de una particular micronación que viene reclamando, desde hace más de cincuenta años, el reconocimiento internacional de su soberanía.
La primera paradoja de su pedido es que su tierra está inmersa en la circunscripción marítima del Reino Unido. Una historia que podría rayar en lo absurdo, pero que, en últimas, es la crónica del ‘país más pequeño del mundo’: el Principado de Sealand.
Patrick Roy Bates, un antiguo miembro de la marina británica, llegó a las Torres de Roughs con la idea de imponer su propia radio pirata. Sin embargo, despojando a quienes estaban sitiados allí, desistió de su pretensión inicial y optó por independizar los 500 metros cuadrados que pisaba junto con su mujer.
A su aventura política decidió proclamarla como el Principado de Sealand. En cuestión de ocho años, a mediados de 1975, la familia Bates emitió la moneda, diseñó la bandera, redactó la Constitución, compuso el himno y creó los pasaportes de su nueva nación.