Diario del Huila, Especial
*Andrea y Milena, tienen historias en común. Ambas son víctimas de la violencia machista que impera en Colombia; en su momento cada una por su lado fueron atrapadas por el dulce sentimiento del amor y creyeron haber encontrado el ‘príncipe azul’ del que tanto escuchaban hablar en su época de niñez.
Hoy, sus vidas a juicio de cada una es un verdadero infierno. Sus exparejas pasaron del dulce trato al comportamiento enfermizo de los celos, a la posesión y en algunas ocasiones al maltrato físico acompañado de amenazas de muerte.
“En mi vida nunca pensé que el sentimiento del amor fuera a ser tan doloroso para mi existencia”, relata Milena mientras recuerda dolorosos episodios vividos con su excompañero sentimental; ese mismo que en la época de noviazgo juraba amor eterno y amar y respetarla por el resto de la vida.
“Fueron solo unos pocos meses de vivir esa vida tan ‘color de rosa’; porque lo que vino después fueron peleas, insultos y agresiones” relata.
Milena, tomó la decisión un día de no aguantar más atropellos y tener la dignidad necesaria de abandonar el karma asumido y empezar de nuevo. No ha sido fácil dado que su expareja la busca con insistencia y ha sentenciado que acabará con su vida porque si no es de él, no será de nadie.
Similar situación vive Andrea. De tener una vida calmada, pasó a vivir en la zozobra e incertidumbre. Quien fuese ese amor de su vida, se ha transformado en una pesadilla que la acedia e insulta cada vez que puede y que también ha proferido acabar con su existencia. La expareja de Andrea, no concibe que lo haya dejado de la noche a la mañana, cansada de los malos tratos y de los celos enfermizos que lo invadían cada vez que asistían a una reunión o evento social.
Hoy como puede, ella trata de vivir su vida pero prevalece más la zozobra y el miedo, de saber que su expareja la busca e indaga por su lugar de residencia para llevar a cabo quizás sus fines perversos.
Un problema latente
Esta es la radiografía de una problemática latente en nuestro país y que a pesar de que se denuncia por sus víctimas suele terminar en tragedia. El país, se conmocionó con casos sucedidos a mediados de este mes. Exparejas que por cielo y tierra buscaron a las que fueron sus excompañeras sentimentales y en ataques de celos y rabia, cumplieron con sus promesas de asesinar a quienes profirieron en otrora querer y respetar por el resto de sus vidas.
Por eso para Andrea y Milena, sus vidas son un infierno. Ambas han tenido que huir de un lado para otro, no solo para salvaguardar su vida sino para también tener un poco de tranquilidad y acabar con sus traumas. Aún no lo han logrado. Ambas ya han acudido a las autoridades en espera de que sus denuncias sean atendidas con celeridad y no pasar a engrosar los índices de víctimas de feminicidio a causa de sus exparejas sentimentales, quienes de la noche a la mañana se convirtieron en psicópatas.
Celos, malditos celos
Tanto para Andrea y Milena, sus exparejas se convirtieron en psicópatas; un comportamiento que jamás pensaron podían llegar a tener aquellos hombres que al principio lograron ser excesivamente encantadores y hacerse pasar por príncipes azules.
“Al principio fue halagador y me decía cosas bonitas como que yo era excesivamente bella, inteligente y extraordinariamente ingeniosa” dice Andrea, quien a su vez recuerda los celos enfermizos de su pareja y lo posesivo y controlador que llegó a ser con ella.
“Nunca pensé que fuera tan celoso, al punto de imaginar cosas que solo pasaban por su mente” advierte.
Esa situación ‘in extremis’ celosa vivida en su momento por Andrea y Milena, por parte de sus exparejas sentimentales nos remonta a la época de la literatura inglesa con la obra insigne de William Shakespeare, llamada Otelo.
En la tragedia de Otelo los celos enfermizos juegan un papel fundamental. Desdémona es asesinada por su marido, quien escuchó comentarios malintencionados acerca de una supuesta infidelidad. Otelo, en su ciega locura, mata a su mujer, pero al saber que era inocente, se traspasa el pecho con la espada criminal y se desploma junto a ella. Este acto desesperado ocurre al comprender que sus celos patológicos lo llevaron a culpar y asesinar a su esposa por un engaño que nunca existió, esto es en resumen la celotipia, una desviación mental que si no se controla termina en tragedia.
Todo lo anterior es lo que no solo Andrea y Milena viven casi que a diario; como ellas, hay cientos de mujeres que viven en la zozobra y que solo esperan que sus casos sean atendidos y no ser una estadística perversa y unas leyes que son un saludo a la bandera.
¿Dónde denunciar la violencia contra las mujeres?
Cuando se presenta un caso de violencia intrafamiliar, la mujer debe recurrir a una comisaría de familia, que en muchos casos atienden las 24 horas. Allí recibirá atención personalizada de qué debe hacer para no volver a recibir un trato igual y cómo debe denunciar a su pareja ante las instituciones judiciales.
Lo más probable y frecuente es que se remita a la Fiscalía, en donde se le tomará su denuncia para iniciar con un trámite legal. Asimismo, la Policía también tiene las facultades para tomar el caso e iniciar con el proceso correspondiente de detención a la pareja si un juez lo determina.
Desde el marco Legal
La Ley 1257 de 2008 fue promulgada para mejorar esta situación y combatir los hechos que atacan a la mujer por ser mujer, dentro de ella se imparten órdenes a las instituciones del Estado y no gubernamentales para que socialicen y prevengan actos de machismo y formulen programas de formación y atención a la mujer como ente social de gran importancia para la sociedad colombiana. Según esta ley,
“Por violencia contra la mujer se entiende cualquier acción u omisión, que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su condición de mujer”.
El feminicidio ha sido una conducta constante en Colombia, solo basta mencionar que en el siglo XIX, el valor de la mujer dentro de una comunidad se limitaba solo a su papel de ama de casa y esposa devota a su marido. Su pensamiento, palabra o acción diferente a obedecer a los hombres era considerado como un acto de rebeldía.
*Nombres cambiados a solicitud de la fuente.