¿Qué puede esperar Latinoamérica de Biden?
Una hipotética victoria de Joe Biden llevaría a volver a reconstruir los puentes que Donald Trump hecho abajo durante sus 4 años de presidencia. En Latinoamérica, considerado tradicionalmente como “el patio trasero” de Estados Unidos, no será menos.
Especial/24-7Semanario
La Latinoamérica que se encontraría Biden sería una región totalmente devastada por la pandemia de coronavirus; no se espera una recuperación en los próximos años. La caída del PIB latinoamericano en lo que va de 2020 alcanza el 9.1%, mientras que el número de personas en la pobreza aumentará en 45.5 millones hasta llegar a los 230.9 millones el 37.3% de la población total en 2020.
Con semejante panorama, la principal amenaza para Estados Unidos es el aumento de la influencia de China y, en menor medida, de Rusia, en el hemisferio. La necesidad de financiación, sumada a la búsqueda voraz de materias primas por parte del gigante asiático, obligaría a los demócratas a impulsar un enorme ejercicio de multilateralismo, diplomacia y financiamiento para ser la opción más atractiva de cara al futuro.
Cuba y Venezuela
Cuba y Venezuela, seguirán siendo temas prioritarios con independencia del ganador. Con respecto a Cuba, Biden ha dejado claro que quiere retomar la política de acercamiento de Obama y restablecer las relaciones económicas.
En el caso de Venezuela, Biden ha tildado a Maduro de “dictador” y ha apoyado públicamente a Guaidó, lo que hace pensar que su proceder no se alejará demasiado del de Trump. La condena al régimen chavista y las sanciones se mantendrían, pero sin la amenaza del uso de la fuerza, como indicó Harris.
Inmigración
Lo relativo a la inmigración es otro tema. La solución no es sencilla y tampoco llegaría a corto plazo, en tanto que echa raíces en terceros países y en factores socioeconómicos crónicos. Por lo pronto, se podría mejor la certidumbre legal mediante el mantenimiento del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) para los dreamers y la extensión del Estatus de Protección Temporal a los inmigrantes venezolanos si los escaños en el Senado acompañan al ejecutivo. De la misma manera, se podrían modificar ciertas prácticas llevadas a cabo por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas en todo lo concerniente al trato en los centros de detención y la caza indiscriminada de personas irregulares para no incurrir en violaciones de derechos humanos.
Más allá de sus fronteras, Washington deberá cooperar y apoyar a los Estados emisores mediante cauces diplomáticos y multilaterales en lugar de utilizarlos como cárceles externalizadas a golpe de amenaza. Biden y Harris anunciaron un plan de inyección de 4.000 millones de dólares para Centroamérica con el fin de mejorar su situación socioeconómica. En paralelo, su programa electoral recoge la construcción de infraestructuras y la promoción de la inversión extranjera como solución para mejorar el desarrollo económico en el Triángulo Norte, así como combatir la corrupción, reducir la inseguridad y garantizar el acceso a la justicia.
Algo similar se espera de las relaciones bilaterales con México. El discurso sería mucho más tibio, sin amenazas ni chantajes, y la cooperación más profunda, pero también más heterogénea, dando especial importancia a la parte laboral y medioambiental. Si bien el T-MEC no parece amenazado ante un cambio en la Casa Blanca, los demócratas exprimirían los capítulos laborales para terminar con los abusos sindicales en el país y pedir explicaciones por la cancelación de contratos en materia energética con empresas estadounidenses.
Sin perder de vista en lo que queda de 2020 y durante 2021 se celebrarán comicios en prácticamente todos los países de la región si la pandemia lo permite. Serán generales (Chile, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Perú), parlamentarias (Argentina, México y Venezuela). Las urnas decidirán si Latinoamérica inicia un nuevo viraje hacia la izquierda, como sucedió 2 décadas atrás o si, por el contrario, se mantienen las presidencias conservadoras de las que se ha beneficiado en gran medida el gobierno de Trump.
Caso China
En cualquier caso, Biden no debería perder de vista la enorme influencia de China en muchos de estos Estados, y más en tiempos de necesidad económica y países financiadores dispuestos a hacer negocios. De ahí que una hipotética victoria demócrata busque reformular las relaciones con sus vecinos del sur y genere nuevas oportunidades en un escenario de reconstrucción pospandemia más allá de las simpatías personales o las ideologías imperantes.
Estados Unidos vive hoy un momento posimperial. Cualquier presidencia estadounidense con pretensiones de liderar el nuevo orden internacional y Biden aspira a ello en contraste con el repliegue de Trump habrá de distanciarse de la hegemonía tradicional en su política exterior, pero sin caer en la indiferencia. Impulsar un multilateralismo en horas bajas, pero sin diluirse en una multipolaridad creciente. En definitiva, seguir manteniendo su influencia en Latinoamérica, pero saber adaptarse a las nuevas circunstancias políticas y económicas que vienen marcadas, en parte, por otras potencias. Los resultados son inciertos. Se abren las apuestas.